Borrachos, No Delincuentes
Me permiti reproducir este articulo, a proposito de las "Desmedidas" del gobierno:
Borrachos, no delincuentes
- Por Lilliam Fundeur
Después de bailar al ritmo de La familia André, en la tercera entrega del festival de son en el Centro Cultural de España, Amelia y sus amigas deciden ir a un bar en la Zona Colonial. Claudia, su prima querida residente en Maryland, estaba de visita en el país a propósito del festival. Añoraba estar en contacto con sus raíces. Era la 1:45 de la mañana del sábado 29 de julio, la música había cambiado, del ritmo contagioso de "Ma´ taide", de Don Miguelo, se pasó a escuchar el sonido del amor, cantaba Luis Miguel y "Cómo duele que la luna no te la haya yo enseñado". Algunas parejas bailaban acarameladas a pesar de que la iluminación se incrementó. Las chicas organizaban la movida, "¿pa´donde vamos? Ya no hay más tragos, se acabó lo que se daba".
Pasados tres minutos de las 2:00 de la mañana, mientras Laura esperaba que sus amigas se decidieran a partir, Abigail bailaba un bolero, Amelia y Claudia conversaban con sus amigos. Se escuchó un ruido en seco. Entraron unos policías, cerraron la puerta de acceso al bar. El que tenía más medallas en el hombro, irguió su pecho, tomó una inspiración profunda y dijo: "De aquí no sale nadie. Van todos para el Palacio de la Policía. Van a aprender a respetar".
Todos los presentes se quedaron pasmados.
Qué santo habían hecho. No estaban vendiendo alcohol. Laura, que descansaba en un sofá, corrió a la puerta a suplicarle al policía que no la llevara.
- "Por favor, mi papá no lo va a entender".
- "Cállese", le respondía de una manera enérgica, como si realmente Laura hubiese cometido un delito. Del fondo del bar se escuchó una voz fuerte de un joven que vociferaba: "Aquí somos borrachos, no delincuentes". Abigail no entendía que por darse unos besitos mientras bailaba, tenía que ir presa. ¡Dios mio. ¿Qué fue lo que hice?
Amelia se fue a proteger a Claudia, su invitada especial. Ambas se sentaron como espectadoras a ver el show. Amelia tenía vergüenza doble, por su prima, por sus amigos, por todos. ¡Hasta dónde hemos llegado!
"No te preocupes, negra, recuerda que, aunque tenga 30 años fuera de mi país, tengo memoria. Me siento como en la época de los 12 años". En el bar quedaban decenas de personas. Una de ellas voceó: "El decreto dice que está prohibido el expendio de alcohol, no que tenemos que irnos a la casa a las 2:00 de la mañana".
"Se equivocaron, tienen que empezar a salir antes de las 200, para a las 2:00 de la madrugada tener el sitio cerrado", fueron las declaraciones del policía. Amelia y Claudia permanecían sentadas en un sofá del fondo. Observaban el escenario. A unas jóvenes les invadió el pánico, lloraban, otras rezaban, otras les suplicaban a los policías que las dejen ir, los hombres llaman por teléfono a sus contactos, hasta que por fin, después de casi una hora de suplicio, la Policía se lleva detenido al administrador por tener el bar abierto al público, sin vender alcohol y poner música de Luis Miguel después de las 2:00 de la mañana un sábado.
¿Es esto lo que dice el decreto 308-6, Art. 1?
Pasados tres minutos de las 2:00 de la mañana, mientras Laura esperaba que sus amigas se decidieran a partir, Abigail bailaba un bolero, Amelia y Claudia conversaban con sus amigos. Se escuchó un ruido en seco. Entraron unos policías, cerraron la puerta de acceso al bar. El que tenía más medallas en el hombro, irguió su pecho, tomó una inspiración profunda y dijo: "De aquí no sale nadie. Van todos para el Palacio de la Policía. Van a aprender a respetar".
Todos los presentes se quedaron pasmados.
Qué santo habían hecho. No estaban vendiendo alcohol. Laura, que descansaba en un sofá, corrió a la puerta a suplicarle al policía que no la llevara.
- "Por favor, mi papá no lo va a entender".
- "Cállese", le respondía de una manera enérgica, como si realmente Laura hubiese cometido un delito. Del fondo del bar se escuchó una voz fuerte de un joven que vociferaba: "Aquí somos borrachos, no delincuentes". Abigail no entendía que por darse unos besitos mientras bailaba, tenía que ir presa. ¡Dios mio. ¿Qué fue lo que hice?
Amelia se fue a proteger a Claudia, su invitada especial. Ambas se sentaron como espectadoras a ver el show. Amelia tenía vergüenza doble, por su prima, por sus amigos, por todos. ¡Hasta dónde hemos llegado!
"No te preocupes, negra, recuerda que, aunque tenga 30 años fuera de mi país, tengo memoria. Me siento como en la época de los 12 años". En el bar quedaban decenas de personas. Una de ellas voceó: "El decreto dice que está prohibido el expendio de alcohol, no que tenemos que irnos a la casa a las 2:00 de la mañana".
"Se equivocaron, tienen que empezar a salir antes de las 200, para a las 2:00 de la madrugada tener el sitio cerrado", fueron las declaraciones del policía. Amelia y Claudia permanecían sentadas en un sofá del fondo. Observaban el escenario. A unas jóvenes les invadió el pánico, lloraban, otras rezaban, otras les suplicaban a los policías que las dejen ir, los hombres llaman por teléfono a sus contactos, hasta que por fin, después de casi una hora de suplicio, la Policía se lleva detenido al administrador por tener el bar abierto al público, sin vender alcohol y poner música de Luis Miguel después de las 2:00 de la mañana un sábado.
¿Es esto lo que dice el decreto 308-6, Art. 1?